Cantamos, de repente, A veces de forma automática, A veces apasionadamente. Cantamos por alegría, por desidia, por tristeza, por costumbre, por amor y por cortesía. Cantamos para olvidar, Y también para recordar. Cantamos para sentirnos vivos Y para despistar a la muerte. Ayer, me descubrí cantando, Intensamente, lo bueno y lo malo, Y la aguja dejó de coser la tela, Para hacer con tus recuerdos un bordado. En ese momento tú no estabas muerta Y, quizás, yo tampoco estaba viva Porque las dos estábamos Cosiendo notas en una misma canción. 27 de mayo de 2008